Katherine no conoce la vergüenza, la desidia, el decoro, la mojigatería y el achante

martes, 6 de septiembre de 2011

Del BlackBerry Messenger y otros tsunamis

Dos días con PIN y ya quiero morir. No es que no me guste estar todo el tiempo conectado, es que me desespera no poder desconectarme cuando yo quiera. Que sí, que yo sabía que era algo así lo que se venía comprando un plan de datos pero no es mi culpa: que yo ahora esté eternamente conectada a ese messenger es sólo consecuencia del domingo más desocupado del año y un amigo que dijo "¿si supo que uff sacó planes?".

El plan empezó a funcionar el domingo a las 7 de la noche y desde entonces yo he cambiado, para mal. Ahora podría ser una novia loca obsesiva, una amiga intensa por pin, una prima agotadora por Facebook, una indeseable usuaria de twitter. Todo y hasta más y por eso decidí escribir este manual para que usted, feliz ser humano sin pin, decida conservar su libertad, basándose en mi trágica vida en el post BlackBerry.

1. En ese messenger la gente no tiene modales. Nadie saluda, nadie se despide, nadie da las gracias. Uno tiene conversaciones tipo: "oiga tiene el teléfono de Mendoza" "si espere.... 54837293". Y ya. Fin. NO hay más conversación, a lo sumo una manito con guante de primera comunión, con el pulgar levantado.

2. Uno se da cuenta cuando leen los mensajes y se obsesiona cuando aparece la R y no le contestan. Es claro: lo leyó y me está ignorando. Además de la R está la D que es de enviado y un reloj que significa que uno de los dos, o los dos, tienen problemas de señal.

3. No hay manera de que no moleste. O suena un pitido, o vibra, o alumbra o no hace nada pero uno quiere estar siempre mirando si algo nuevo pasó. Es terriblemente adictivo, y si no hace nada nuevo entones uno revisa y revisa a ver si pasó algo y uno ni cuenta se dio.

4. Uno se vuelve una de esas personas que no ve el cielo, que no se da cuenta que está lloviendo o de que su acompañante en un almuerzo está infinitamente aburrido.

5. Cuando camine por la calle no va a fijarse por dónde va. Lo único que le importará de su entorno es que no haya algún raponero por ahí en la zona.

6. Menos de una semana y ya tengo 26 amigos, tengo activo el Facebook, instalé el Gtalk y le puse sonidos a todos. Básicamente 30 de cada 60 minutos por hora la bb está en mis manos o a alcance de mi vista. Estoy en contacto más tiempo con la gente a través de ese aparato que en la vida real.

7. El tiempo en el bus que antes era para siestas ahora es para meterse a Facebook, para comentar cosas, para publicar fotos, para revisar perfiles. Soy una esculcadora de fotos y comentarios en potencia.

8. Tendrá un número nuevo para aprenderse. Por dios, cómo lograr eso si me demoré dos años en aprenderme mi celular.

9. Después de que se meta no podrá salirse. No tendrá manera. No habrá cómo: usted, como yo, será un adicto.