Que yo ahora prefiera las medias veladas, los vestidos de un solo color y las botas sin cosas peludas colgando, puede ser considerado un milagro. Quien me hubiese visto entre 1984 y 1996 hubiese podido jurar que yo había nacido para ser la Wendy Sulca colombiana.
Si mi mamá leyera esto me llamaría exagerada, pero sólo dios y mis abuelas saben que no miento: tengo varias fotografías de la suscrita corriendo en el parque con una trusa rosada, brillante, con imitaciones de diamantes en el cuello, aretes con forma de chococono y unos inigualables tenis rojos.
Esa pinta era frecuentemente alternada con un bicicletero negro con cuadritos morados (FOTO), una camiseta de conos de colores estrellados contra el piso y como toque final, unas sandalias de plástico y medias de boleritos (de boleritos, óigase bien), porque lo de las uñas feas me llegó desde el vientre.
Pero lo de la ropa era lo de menos. Los paseos en jeep a los ríos me hicieron crecer con la costumbre –no sé si mala- de perderle la pena al desnudo. En pleno río mis papás me hacían quitarme la ropa, delante de primos, amigos y tíos, para ponerme el traje de baño; la frase “sin pena mamita que todos tenemos lo mismo”, todavía me retumba en la cabeza cuando hay mucho silencio. Claro, cuando se nos quedaba el traje de baño en la casa, bien podían verme todos los presentes en calzones con los ositos cariñositos, o de un solo fondo y con encajes en la cola, tirándome al río San Eugenio de Santa Rosa.
Seguramente el lector no se ha dado cuenta de la dimensión de los hechos porque no ha entendido varios aspectos. En primer lugar hay que aclarar que toda mi infancia yo tuve el tradicional corte de cabello tipo hongo de Mario Bros, gozaba de un tono de piel envidiable porque cada fin de semana iba nadar y tenía las piernas llenas de cicatrices y raspones, porque no dejaba de montar bicicleta y patines.
Eso, claro está, sin contar con que en mis afectos había más niños que niñas, a quienes encontraba lloronas y frágiles. Todo esto significaba necesariamente que en repetidas ocasiones desconocidos me confundieran con seres del género opuesto.
En segundo lugar hay que aclarar que mi papá es un acérrimo vallenatero que me despertaba los fines de semana con canciones como ‘la creciente’, ‘esposa mía’ o ‘señora’, y no contento con eso los interpretaba él mismo en fiestas familiares y eventos públicos, teniéndome como su gaffer (gaffer, no ‘gáffera’).
Mis fiestas de cumpleaños eran todo un cuento: aunque no hay videos que lo prueben, sí tengo fotografías en las que aparecemos todos los primos bailando en parejas, primos con primos, primos con primas, primas con tíos, primos con tías, primitos con abuelitas, abuelitas con tías y tías con amigos de los primos, y aunque cualquiera se podía imaginar que escuchábamos la música de moda para niños, la verdad es que movíamos las carnitas al ritmo de temas como 'la belludita' en su inigualable versión cumbia, o 'amor prohibido' de Selena, 'quítame ese hombre' y los siempre exitosos temas de Miguel Molly, Los Melódicos y Pastor López, incluido 'golpe con golpe', que daba para hacer vueltas.
También hay que esclarecerle al lector que nadie como mi mamá para demostrar la capacidad pulmonar. Gritaba a grito herido por la ventana de la casa hacia el parque cosas como “katherineeeeee éntrese yaaaaaa”, o “katherineeeeeee venga a ver lave los calzoneeeeesss”, o el inigualable “¿si orinó antes de irse pa’ la calleeeee?”.
* Para mi papilú, mi mayor fuente de felicidad, mi amigo y guía amoroso. Feliz cumpleaños, nos debemos muchas tortas juntos.
Katherine no conoce la vergüenza, la desidia, el decoro, la mojigatería y el achante
martes, 20 de abril de 2010
domingo, 18 de abril de 2010
La aplicación que hizo el Montesinos colombiano*
Una de esas aplicaciones de Facebook que utilizan los adolescentes para escandalizar a sus conservadores padres y que le adjudica un ‘lover of the day’ (amante del día) a las niñas bonitas, fue la inspiración para que el Gobierno hiciera una igualita, pero que se llama ‘hated of the week’.
El ‘Odiado de la Semana’ elije al postulado de entre una nutrida lista que un sujeto conocido como alias ‘El Montesinos colombiano’ sacó sin permiso de los archivos de chuzados del DAS.
El jefe del ‘Montesinos’ le había puesto la misión de hacer una lista con todos que hablaran mal de lo que hiciera o dijera el Gobierno, pero cuando ‘Montesinos’ se dio cuenta que Google no iba a ser suficiente para hacer el listado, se le hizo fácil encontrar a los opositores en la juiciosa clasificación que ya habían hecho –sin la orden expresa de nadie- algunos funcionarios de bajo rango del organismo de inteligencia.
El diseño del programa quedó a cargo del mismo sujeto, que después de varias horas de trabajo mostró muy orgulloso una aplicación que arrancaba con el himno de Antioquia cantado por Noemí, mostrando como fondo a la Corte Constitucional -con el letrero Partido Constitucional-, que se abría en dos para ver ahí metidas las caritas sonrientes de todos los opositores, dispuestos a ser el elegido.
Con un solo clic, explicó ‘Montesinos’, el programa automáticamente elije al candidato al que hay que armarle escándalo. Es además un programa inteligente, porque escoge de acuerdo a los niveles de popularidad de los postulados y da la excusa perfecta para hablar mal de él, o en su defecto propone escándalos posibles para armarle un show mediático.
En el de prueba de una apareció Piedad Córdoba con un turbante rojo y una camiseta con un corazón amarillo en el centro y encima las letras CH: el letrero decía que podían acusarla de hacer política con las Farc, de llevar a Telesur a las liberaciones o de usar a Moncayo para ganar popularidad. La emoción de la sala se hizo sentir y varios votaron porque usaran las tres opciones en momentos diferentes.
Luego salió el Registrador con cuerpo de pez. Fue tanta la conmoción de ‘Montesinos’ porque aparecieran las razones para armarle show que bloqueó el programa y sólo lograron ver un vasito de güisqui al lado de un computador hackeado.
Ya más por adicción que por cualquier cosa hicieron un último ensayo. Salió Mockus con cuerpo de simio encorbatado, y entre las opciones un video de cuando no era alcalde bajándose los pantalones y luego otra de él mismo con un vestido de superhéroe de calzoncillos por fuera: la idea era jurar que estaba loco y que por eso no iba a ser capaz con el país
Según me confirmaron, la aplicación ya quedó instalada y funcionando. Yo de Pablo Moncayo no compraba celular.
* Gracias a Betto por la caricatura
El ‘Odiado de la Semana’ elije al postulado de entre una nutrida lista que un sujeto conocido como alias ‘El Montesinos colombiano’ sacó sin permiso de los archivos de chuzados del DAS.
El jefe del ‘Montesinos’ le había puesto la misión de hacer una lista con todos que hablaran mal de lo que hiciera o dijera el Gobierno, pero cuando ‘Montesinos’ se dio cuenta que Google no iba a ser suficiente para hacer el listado, se le hizo fácil encontrar a los opositores en la juiciosa clasificación que ya habían hecho –sin la orden expresa de nadie- algunos funcionarios de bajo rango del organismo de inteligencia.
El diseño del programa quedó a cargo del mismo sujeto, que después de varias horas de trabajo mostró muy orgulloso una aplicación que arrancaba con el himno de Antioquia cantado por Noemí, mostrando como fondo a la Corte Constitucional -con el letrero Partido Constitucional-, que se abría en dos para ver ahí metidas las caritas sonrientes de todos los opositores, dispuestos a ser el elegido.
Con un solo clic, explicó ‘Montesinos’, el programa automáticamente elije al candidato al que hay que armarle escándalo. Es además un programa inteligente, porque escoge de acuerdo a los niveles de popularidad de los postulados y da la excusa perfecta para hablar mal de él, o en su defecto propone escándalos posibles para armarle un show mediático.
En el de prueba de una apareció Piedad Córdoba con un turbante rojo y una camiseta con un corazón amarillo en el centro y encima las letras CH: el letrero decía que podían acusarla de hacer política con las Farc, de llevar a Telesur a las liberaciones o de usar a Moncayo para ganar popularidad. La emoción de la sala se hizo sentir y varios votaron porque usaran las tres opciones en momentos diferentes.
Luego salió el Registrador con cuerpo de pez. Fue tanta la conmoción de ‘Montesinos’ porque aparecieran las razones para armarle show que bloqueó el programa y sólo lograron ver un vasito de güisqui al lado de un computador hackeado.
Ya más por adicción que por cualquier cosa hicieron un último ensayo. Salió Mockus con cuerpo de simio encorbatado, y entre las opciones un video de cuando no era alcalde bajándose los pantalones y luego otra de él mismo con un vestido de superhéroe de calzoncillos por fuera: la idea era jurar que estaba loco y que por eso no iba a ser capaz con el país
Según me confirmaron, la aplicación ya quedó instalada y funcionando. Yo de Pablo Moncayo no compraba celular.
* Gracias a Betto por la caricatura
lunes, 12 de abril de 2010
Confesiones de una pereirana
Siendo la única pereirana que conozco en el cerradísimo círculo social del que ahora hago parte, me siento en la obligación de hacerles una lista de confesiones a mis amigos, conocidos, colegas y antiguos amantes, para que no se dejen engañar a futuro.
Téngala clara: las pereiranas no son como las escriben.
1. Nacer en Pereira no nos convierte automáticamente en buenos polvos. Las habilidades en la cama se aprenden de la curiosidad, de la preguntadera, de la práctica, de la exploración.
2. No todas nos vemos lindas en bikini. Que seamos de tierra caliente no quiere decir que tengamos cuerpos aptos para estar en tierra caliente: a las de Pereira también les dan estrías, celulitis, también se engordan, también se ponen flácidas.
3. No somos fáciles.
4. Tenemos tendencia a ser calentahuevos, pero somos selectivas con los sujetos a los que vamos a dejarles indagar nuestro interior.
5. Las de Pereira también tenemos amigas feas.
6. Aunque tengamos voluptuosidades probadas, no necesariamente somos brutas. No es que todas las pereiranas seamos una lumbrera, pero tampoco ponernos adelante nos quita de arriba.
7. Con respecto al punto anterior, si tenemos generosidades delanteras no necesariamente las tenemos porque pagamos millones para hacerlo. Aprendan a determinarlo a ojo, no es tan difícil e incluso cualquiera de nosotras se sentirá complacida de enseñarles la diferencia.
8. No a todas el licor nos pone flojas de piernas.
9. Que hayamos crecido viendo todos los días a un Bolívar mostrando la cola no significa que nos guste hacer lo mismo. Pereira no es sinónimo de cuna de las prostitutas.
10. No todas hablamos arrastrado tipo Catalina, ni tampoco soñamos con casarnos con un sujeto que viva de lo ilícito (aunque las fantasías de cama con personas de esa calaña sí pululan).
Téngala clara: las pereiranas no son como las escriben.
1. Nacer en Pereira no nos convierte automáticamente en buenos polvos. Las habilidades en la cama se aprenden de la curiosidad, de la preguntadera, de la práctica, de la exploración.
2. No todas nos vemos lindas en bikini. Que seamos de tierra caliente no quiere decir que tengamos cuerpos aptos para estar en tierra caliente: a las de Pereira también les dan estrías, celulitis, también se engordan, también se ponen flácidas.
3. No somos fáciles.
4. Tenemos tendencia a ser calentahuevos, pero somos selectivas con los sujetos a los que vamos a dejarles indagar nuestro interior.
5. Las de Pereira también tenemos amigas feas.
6. Aunque tengamos voluptuosidades probadas, no necesariamente somos brutas. No es que todas las pereiranas seamos una lumbrera, pero tampoco ponernos adelante nos quita de arriba.
7. Con respecto al punto anterior, si tenemos generosidades delanteras no necesariamente las tenemos porque pagamos millones para hacerlo. Aprendan a determinarlo a ojo, no es tan difícil e incluso cualquiera de nosotras se sentirá complacida de enseñarles la diferencia.
8. No a todas el licor nos pone flojas de piernas.
9. Que hayamos crecido viendo todos los días a un Bolívar mostrando la cola no significa que nos guste hacer lo mismo. Pereira no es sinónimo de cuna de las prostitutas.
10. No todas hablamos arrastrado tipo Catalina, ni tampoco soñamos con casarnos con un sujeto que viva de lo ilícito (aunque las fantasías de cama con personas de esa calaña sí pululan).
miércoles, 7 de abril de 2010
Un debate entre Santos y Noemí
Yo hoy vengo a defender a Juan Manuel Santos y a Noemí Sanín. ¿Cómo puede ser posible que los estén juzgando porque le cogieron miedo a los debates y se nieguen a darle entrevistas –en el caso de Juanma- a medios diferentes al de la casa editorial? Este post es de indignación con Mockus y Petro, que se creen tan inteligentes, pero que no lo están demostrando al pedir que discutan públicamente propuestas de unos y otros.
Si algo me enseñó mi abuela Isabel, a quien todos recordamos por su carácter dominante, es que no se pueden sumar peras con manzanas, o en este caso, un Iphone con un Nokia 1100. Cómo esperan ustedes ver en la misma mesa a Mockus hablando de la educación para el desarrollo al lado de Noemí, quien no se desarrolló del todo con la educación católica que le dieron en Medellín; a un tipo que habla cuatro idiomas con la señora que hasta ahora está aprendiendo hablar uribés.
No nos hagamos tarugos. A Santos le faltan cinco centavos pal' peso. No lo podemos poner a enfrentarse con la memoria altamente precisa de Petro, quien se acuerda de detalles con números de una forma escabrosa, con la suya, que se le sigue olvidando que además de haber sido Ministro de Defensa de Uribe, también fue Ministro de Comercio de César Gaviria y de Hacienda de Andrés Pastrana (cuando la economía cayó a su punto más bajo en la historia).
Yo propongo un debate entre Santos y Noemí. Es más, me postulo como la moderadora del debate. Puedo hacer un debate didáctico y llevar las fichas de Lego de mi primita Laura, para cuando los ponga a hablar de sus propuestas de infraestructura y vivienda; también puedo llevar un ábaco de mi papá que guarda polvo en la biblioteca para que hablemos de recesión económica; y un par de barbies, para que hablemos del tema de planificación familiar y sus propuestas para los diversos sexuales.
Es que señores, no nos hagamos los ciegos: a la gente especial hay que tratarla como se lo merece.
Si algo me enseñó mi abuela Isabel, a quien todos recordamos por su carácter dominante, es que no se pueden sumar peras con manzanas, o en este caso, un Iphone con un Nokia 1100. Cómo esperan ustedes ver en la misma mesa a Mockus hablando de la educación para el desarrollo al lado de Noemí, quien no se desarrolló del todo con la educación católica que le dieron en Medellín; a un tipo que habla cuatro idiomas con la señora que hasta ahora está aprendiendo hablar uribés.
No nos hagamos tarugos. A Santos le faltan cinco centavos pal' peso. No lo podemos poner a enfrentarse con la memoria altamente precisa de Petro, quien se acuerda de detalles con números de una forma escabrosa, con la suya, que se le sigue olvidando que además de haber sido Ministro de Defensa de Uribe, también fue Ministro de Comercio de César Gaviria y de Hacienda de Andrés Pastrana (cuando la economía cayó a su punto más bajo en la historia).
Yo propongo un debate entre Santos y Noemí. Es más, me postulo como la moderadora del debate. Puedo hacer un debate didáctico y llevar las fichas de Lego de mi primita Laura, para cuando los ponga a hablar de sus propuestas de infraestructura y vivienda; también puedo llevar un ábaco de mi papá que guarda polvo en la biblioteca para que hablemos de recesión económica; y un par de barbies, para que hablemos del tema de planificación familiar y sus propuestas para los diversos sexuales.
Es que señores, no nos hagamos los ciegos: a la gente especial hay que tratarla como se lo merece.
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