Desde que lo hice se convirtió en el tema de conversación de múltiples encuentros entre la suscrita y sus conocidos y amigos. La gente, conmocionada, no se explicaba por qué una persona como yo podría quedarse dormida en un concierto tan punk como el de La Pestilencia.
La verdad a nadie le di explicaciones y más bien me limité a decir, “si, fui yo quien se quedó dormida, ¿y qué?”, una respuesta con mucho carácter belicista, como todo lo que se vive al escuchar canciones de esa banda. Sin embargo hoy, un mes 6 días después del magno evento, me dispongo a dar explicaciones públicas de por qué ese 5 de diciembre de 2009 me quedé dormida en La Peste. Y no en cualquier lado, en VIP.
En junio de 2005 los conocí por primera vez. Había yo terminado con el novio de la época y me pasaba los días con un fumador compulsivo de marihuana, andando de un lado para otro con su perro, catalogado como altamente agresivo. Fue él quien un día, estando en mi apartamento pereirano a las 4 de la mañana en época de parciales, me mostró quién era La Pestilencia. Esa misma noche me aprendí las canciones que todavía recuerdo: vive tu vida, soldado mutilado y fango.
Escuché La Peste con mucho entusiasmo hasta que, unos tres o cuatro meses después, el novio con el que había roto retornó y dejé atrás la vida de andares, de perros agresivos y de punk. Volví a ser la chica de pinta rockera pero gustos cuchucuqueros.
No podía yo imaginarme que cinco años después estaría con ‘Henry’ haciendo fila para entrar al concierto de la misma banda, sabiéndome apenas unas cuantas canciones de ese grupo. Pero lo hice, me animé a ir al concierto desde una semana atrás.
Hago esa aclaración porque aunque para el día del concierto tenía yo más del sueño que mi cuerpo de veinticincoañera podía soportar, decidí ir. La noche anterior me había trasnochado en alguna fiesta, para luego tener que ir a trabajar con el reglamentario sueño.
Todo el día me la pasé somnolienta: me dormí en consejo de redacción, en mi puesto después de almuerzo, en la buseta, en el kiosco mientras desayunaba… Estaba tan cansada las ocho de la noche, cuando salí de trabajar, que me quedé profundamente dormida en el bus y luego en la ducha en mi casa.
Para la hora del concierto, cerca de las diez, en el Metropol ya estaba Katherine Loaiza Martínez en una suerte de sueño permanente con los ojos abiertos. Fue cuestión de demoras en el inicio de las canciones que yo me sabía, para que el sueño me hiciera quedarme dormida con los ojos cerrados.
Primero lo hice con un disimulo, abrazándome a Henry y fingiendo que tenía muchas ganas de afecto punkero. Después decía que estaba cansada, me sentaba en el piso y dejaba que mis cabeza se durmiera encima de las rodillas.
Para la media noche ya no eran pequeños episodios de sueño, sino que había ya yo perdido la vergüenza y dormía sobre unos cables de alto voltaje que de vez en cuando le hacían terapia de choques eléctricos a mis nalgas.
Señores de La Peste y fanáticos de aquellos, Henry, 'Jorge' y novia de Jorge (quienes vieron todo el show de sueño): no es que no me guste, no es que me aburra, no es que sea mi mecanismo de defensa contra esa música, es que me cogieron en una mala época. Vuelvan a presentarse y prometo ser la pogueadora que más puños pega.
Lástima que haya podido verlos y no se los hubiera gozado!.. Porque se acuerda acá en Pereira, todo lo que sufrimos para ese concierto y al final se canceló? Bueno, pero salimos ganando luego con la falsificada de las boletas y la reclamada de mas del triple que habíamos invertido.! Otro día será, por ahora como ud. como lo dice: "Ojalá pa una próxima sí sea ud. la pogueadora que más puños pegue".
ResponderEliminarPor Dios! cómo pude olvidarme de lo de las boletas??????? eso tiene que ir en este blogazo... gracias por recordármelo!
ResponderEliminarTAvo: Ésto no tiene perdón de dios.
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