Katherine no conoce la vergüenza, la desidia, el decoro, la mojigatería y el achante

miércoles, 3 de febrero de 2010

Los jubilados de la oposición

El otro día me desperté y tenía tan poco para hacer que me puse a pensar en los de la oposición y en qué iban a hacer en el momento en que el presidente Álvaro Uribe (su motor en muchos casos) ya no estuviera en el poder. Es que, y con esto puedo estar perdiendo la decencia y a un par de amigos, Uribe se va y nos va a hacer falta.

Se lo dije a Lula, que se alertó de inmediato y me gritó (porque no me los dijo, me los gritó) unos 48 argumentos diferentes por los que seríamos mejor país sin él. Me llamó hereje y me sacó de sus contactos de Facebook. Pero a pesar de lo ocurrido, yo insistí en el tema y por eso me fui para el centro y perseguí con desesperación a los tipos que entregan esos volantes miniatura y que le dicen a uno que alguien le va a adivinar el futuro.

Para qué lo quiere, me preguntaba el tipo mientras esquivaba, a las carreras, desplazados en el centro. Pues para saber qué va a hacer la oposición cuando Uribe no esté, le gritaba yo, que por la falta de experiencia me caía a cada rato.

Finalmente el tipo me dio el volante, me fui para donde la bruja y le pregunté sin más demoras qué iban a hacer Gustavo Petro y Rafael Pardo.

Como yo sé que se necesita una parte del ser al que uno le va a adivinar para poder ver su futuro, le traje un dedo de la frente de Pardo y un pedazo de pierna izquierda de Petro, le dije a la señora, sin haber siquiera saludado.

La adivina los agarró uno por uno, empezó a mirarlos con algo así como una bola mágica digital, que tenía un lector de código de barras, pero con luz verde.

Pardo, me dijo, ahora hace yoga con los jubilados de Galerías. Aprovechó la curvatura que le quedó en la espalda, de tanto lanzarse a la Presidencia, para hacer todas las poses que necesita. ¿Y es qué cuántas se lanzó? Le pregunté, presa de la ignorancia. No sé, pero parece que más que Serpa, respondió ella, sin ponerle emoción a la cosa.

Y qué hace Petro, me apresuré mientras le entregaba el pedazo de pierna izquierda. Petro está jugando Rayuela con los nietos de Tomás Uribe, que son los de él. Cómo va a ser, le pregunté asombrada, si Petro es de izquierda y Tomás es hijo de Uribe, todos al otro lado de la cancha.

Me explicó que uno de los siete hijos de Petro, el más pequeño, se había casado con la nieta primogénita de Uribe (Álvaro) y que ahora no había más remedio que jugar rayuela con los nietos, apoyado sobre la pierna derecha, claro.

Si esos son los que iban para presidentes, me pregunto qué pasó con el resto, le dije a la mujer, que levantó los hombros, demostrándome que no le importaba nada más que el contenido de mi billetera.

Y entonces qué van a hacer Robledo, Navas Talero, Gemma López, los de Arcoíris, Iván Cepeda?, grité desesperada. La mujer apagó la bola y me dijo, sin mirarme si quiera a los ojos una frase premonitoria: la historia, al final, siempre se repite.

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