Katherine no conoce la vergüenza, la desidia, el decoro, la mojigatería y el achante

miércoles, 17 de marzo de 2010

De traguitos y otras tragedias

Cuando salió el comunicado de prensa de la Presidencia, en la que decían que el Registrador y/o su séquito estaban tomando el día de elecciones, pensé que esa era mi oportunidad para ‘denunciar’ todo lo que había visto en la jornada electoral. Me fui corriendo a la oficina de un Ministro de cuyo nombre no debo acordarme, y le dije, mirándolo a los ojos, que no era sólo lo que le habían contado, que yo tenía más información. Le dije, así, sin tapujos: yo le cuento, pero tengo un primo que quiere ser notario y está desempleado.

Empecé mi retahíla. Mire Ministro, le dije, Carlos Ariel Sánchez, el amante declarado de la Coca Cola, estaba tomando güisqui la noche de elecciones y gritando con voz enredada “huy Noemí, le ganaste a Arias… ¡mucha dura!”, y luego estallaba a carcajadas. Después de la media noche se acordó del bolero que se inventó Arias cuando Noemí todavía era embajadora “contigo o sin ti, pero prefiero contigo, Noemí”, y brindaba por todas las mujeres que han llegado al poder. Alcanzó incluso a hacer una versión de la misma canción para Michelle Bachelet y otra para Ángela Merckel.

Usted ve que ahora el procurador Alejandro Ordóñez sale a decir que nunca vio tomando al Registrador. ¡Pura mentira! ¡El Procurador estaba más borracho que el Registrador! Usted le viera el ataque de risa cada vez que alguien decía referendo. Le tocaba agarrarse la barriga, porque se le iban a reventar los botones de la camisa. Mire señor Ministro, no es porque yo quiera ser cizañosa ni nada, pero para mí que ese par se estaban burlando de lo que pasó con la reelección.

Eso no es todo, Ministro, continué. Usted viera a Juan Manuel Santos repartiendo lechona en el Dann Carton. Qué habilidad para combinar los trajes de Hugo Boss con el gorrito blanco para que el pelo que se le fuera cayendo no se enmarañara entre la lechona. Se le veía tan natural como agarraba el plato de plástico, como cortaba un pedazo de la piel del puerco y como le ponía de ladito la arepa redonda. No estaba pidiendo votos para La U, estaba alimentando falsos familiares de muertos en combate.

El Ministro me miraba casi sin parpadear, como pensando que estaba haciendo el negocio notarial de su vida. Mire Ministro, yo no me quedé de manos cruzadas, llamé a Juan Lozano y le conté todo el episodio de lo que estaba cocinando Santos y el tipo de una vez reaccionó y dijo que él iba a hacer lo propio, porque Santos podía robarse La U, pero nunca el ambiente estomacal de los votantes. Luego supe que se había ido para el frente del Dann, le arrebataba los platos de lechona a la gente, y les daba su botellón de agua mineral con la frase “no sea puerco”.

Eso no es nada Ministro. Yo misma escuché cuando el lunes el Registrador le decía a Marco Emilio Hincapié, el presidente del CNE, que le tenía el hackeador para el programa para hacer el escrutinio. Le garantizo, decía Sánchez, que en media hora le tiene ese programa caído, no lo levanta nadie y así nos jodemos a los conservadores. Yo creo que hicieron negocio, Ministro, porque mire que lograron retrasar el escrutinio cinco horas.

Después de verme con el Alto Funcionario decidí ir a violar cualquier Ley, porque si algo me enseñó este fin de semana de comicios parlamentarios es que es menos escandaloso hacer fraude o cometer cualquier delito electoral, que la sospecha no comprobada de un trago de licor que viole la Ley Seca.

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