Katherine no conoce la vergüenza, la desidia, el decoro, la mojigatería y el achante

viernes, 18 de junio de 2010

Entre La Ñera y La Gorda

Yo no me había dado cuenta de lo difícil que es para un hombre invitar a alguien a bailar hasta que salí con tres desparejados y, claro, mi pareja. Mejor dicho, o yo me dedicaba a sudarme todas las canciones para bailar con los cuatro, o los impulsaba a encontrar sus propias parejas entre las selectas chicas que visitan el Colombian Pub de la 51 con Séptima.

Con tanto que he escuchado en estos días a gente decirme que van a votar por Santos porque va ganando, decidí que la salida de anoche era la fácil y por eso empecé mi campaña de “vaya baile, hombre… no sea bobo”.

Con el primero, la cosa fue sencilla porque él de una vez descartó la idea de bailar emparejado y optó por enrumbarse con su silla, haciendo los tradicionales pasos de sólo manos y sin piernas que muy bien sabe hacer el 80 por ciento de la comunidad rola.

Con ese descartado, mis energías se fueron para los otros dos. A la primera frase le agregué otras como “vino a aburrirse?” y “ni para qué le digo que bailemos, si a usted no le gusta como bailo yo, por calentana”.

Fue así como a los 15 minutos ya estaba Julián apapuchado con una flaca de blusa morada y axilas en proceso de descongelamiento, bailando con entusiasmo 'Hasta Abajo' (de Don Omar). A los cinco minutos, la vieja en cuestión estaba bailándose la segunda canción y ya se le veían los dientes y de vez en cuando se le escuchaba una carcajada.

No podía estar más feliz aquella pobre mujer de haber encontrado su parejo de la noche, porque prácticamente sólo lo devolvió a nuestra mesa cuando mis gritos desesperados lo invitaban a brindar por cosas banales.

Sin embargo con Jorge no fue tan sencillo todo. Le gustó una flaca amiga de la de morado, que bailaba siempre muy sonriente y tenía la actitud de ‘quiero conocer sujetos’, pero cuando por fin tenía el grado de alicoramiento suficiente para sacarla a bailar, salió a la luz la verdad: venía con un sujeto, y el baile solitario y entusiasmado era sólo una estrategia para seducirlo.

El panorama se puso gris. Había pocas mujeres disponibles y las disponibles no eran del agrado de Jorge. Empecé a desesperarme porque no me gustaba estar meneándolo con temas como ‘Rompe’ y verlo ahí en la mesa con su carita de ‘qué hago con toda esta churrez que tengo encima’ –churrez de churro-, en completa soledad.

Entonces me puse las gafas y arranqué con la búsqueda a fondo de posibles borreguitas para ese león casi dormido. Muy tarde me puse en labores, porque ya agarré a media discoteca vacía y las opciones se reducían a dos solitarias señoritas a quienes horas después apodamos La Ñera y La Gorda.

La primera no es que fuera ñera, realmente su problema fue que se puso la blusa indicada con la falda incorrecta y para completar se fue con unos tenis que combinaban poco con su bolso, y menos con el resto de su pinta. Sin embargo ella tenía la actitud, bailaba sentada, brindaba con la botella, cantaba las que se sabía y cada 5 canciones acumulaba coraje para bailar sola.

La Gorda, por otro lado, tenía como ventaja su discreta y combinada forma de vestir, además de la cara agraciada. Su punto en contra era la actitud parásita: sólo tomaba fotos de lo que hacían los otros en la discoteca y de vez en cuando le grababa videos a La Ñera en sus arranques de karaoke.

Debatiéndonos entre una y otra decidimos finalmente que el buen vestir está por encima del tamaño y Jorge se paró con toda su furia a sacarla a bailar. Para nuestra sorpresa, las rellenitas caderas se movían mejor de lo que parecía, y la pieza de baile dejó entrever su escondido entusiasmo: ella era una gorda, además de bien vestida, feliz.

Sin embargo la campaña de "todos bailando" terminó entusiasmando a más de los que yo esperaba: mientras veía sonriente a Jorge entre los brazos de su generosita de carnes, me di cuenta, con sorpresa, que era yo la única sentada en la mesa: mi pareja también había encontrado con quién hablar y ésta vez fui yo quien empezó a brindar con la botella.

1 comentario:

  1. Alguien en Twitter me puso esto y me hizo reír mucho... lo mejor es que la carita feliz que tiene como foto es toda popocha

    La lección de la noche http://bit.ly/aD4v8e (via @KatherineLoaiza) jajajaj la generosa de carnes, divertido pos... http://bit.ly/axphwT

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