Katherine no conoce la vergüenza, la desidia, el decoro, la mojigatería y el achante

viernes, 16 de octubre de 2009

Me 'guglié'



Si. No me da pena decirlo. De tanto andar buscando cosas en Google un día cualquiera me dieron ganas de googlear mi nombre, sólo por curiosidad, a ver qué aparecía. Me sorprendió ver que salían uno a uno todos mis 'logros' -y robos- periodísticos, mi perfil y hasta ciertas mentiras laborales. Este texto es una invitación a que usted también se deje tentar por esos impulsos narcisos y ponga su nombre en Google. Los resultados son emocionantes y le aseguro que ganará unos cuantos puntos para su egoteca.

Primero me dio mucha vergüenza que algún compañero de trabajo viera que mi búsqueda era más bien un autoencuentro con mi pasado. Por eso decidí hacer todo el google-proceso en soledad. Esperé a que el periódico estuviera cerrado y todos los periodistas camino a casa y abrí la página web como un adolescente en busca de pornografía. Luego puse las nueve letras que componen mi nombre, el primero de mis apellido y apreté el consabido Enter.

Se me aceleraron las palpitaciones. Pensé que era como haberse encontrado por casualidad al amor de la vida, en algún café de un pueblo chiquito. El circulito rondaba y rondaba y yo a a la espera de un resultado que parecía que nunca iba a llegar.

Primero aparecieron tres enlaces a mi perfil de Facebook. Decía que mi perfil era público y que "Join Facebook to connect with Katherine Loaiza and others you may know". Me sentí prepago: mi nombre estaba siendo utilizado para promocionar una página web!

Después aparecí en Twitter, sin descripciones y luego referencias a otras Katherine Loaiza de diferentes ciudades, con otras madres, una cosa loca: yo como Katherine Loaiza, no era tan única. Seguí avanzando en páginas, en busca que algo inteligente sobre mí.

Eureka en la página dos. Empiezan a aparecer mis fotografías (tomadas por mí, no en las que aparezco), mis escritos de El Espectador, de El Periódico, las crónicas. Ah, qué refrescante ver eso, no soy sólo perfil de Facebook, pensé al ver la serie de crónicas del Sinú, la entrevista con Ingrid, la columna de las pataletas de Plazas Vega.

Me asombré mucho al darme cuenta, si señor, que mi nombre aparecía en una página venezolana, junto a otros colegas. Me hacían todavía parte de la nómina de ElEspectador.com, rotulada con el judicial. Por si las dudas, les monto pantallazo, para que no se me acuse de falsa mentira laboral (dele click para agrandarlo).

Leído esto, qué espera? búsquese en Google. Al menos es una forma más facil de encontrarse que mirando su interior.

1 comentario:

  1. escribí mi nombre en la barra blanca del buscador, lo escribí de todas las formas posibles con las cuales (no le gusta esa palabra a usted: cuales) me puedan nombrar, desde Tavito hasta Adolfo. Encontré cosas, como lo de facebook, las crónicas en El País, el blog, un concurso de cuento, pero eso mucho después de un Gustavo chileno, argentino y otro colombiano. No salí del totazo. Y si le coloco que su post es guay, qué significa eso? Gerundia Pretérita Imperfecta

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