Katherine no conoce la vergüenza, la desidia, el decoro, la mojigatería y el achante

viernes, 16 de octubre de 2009

Resultados inesperados



Cuando dije "voy a meterle mano a un blog" nunca pensé que iba a tener tan buena acogida entre mi selectísimo grupo de lectores. Muchos me han mandado mensajes instantáneos, de texto, correos, a través de Facebook y de twitter aplaudiendo la iniciativa o invitándome a no estar sola.

Sin embargo dos de ellos, mi queridísimo Pochito y mi Negro feo, me mandaron estos mensaje que la verdad vi muy 'blogueables'. Aquí les comparto.

PD: les monto una foto con uno de mis primos. Yo soy el pitufo.

Alfonso Rico Torres. La verdad entro al Facebook porque es una herramienta tremenda para encontrar a los que no se dejan encontrar por otras vías. Fue imposible no parar al ver que anunciabas un blog: es una foto muy bonita la que aquí tienes y sé cuán bien escribes, así que lo consulté. Preocupa tu punto cuatro.

Lo único que puedo decirte es que le saques provecho a la soledad y no te dejes vencer por ella. Seguramente es muy duro, pero no imposible. Te lo explico en las letras de Paolo Giordano, el mismo que está revolucionando al mundo con su libro La soledad de los números primos (debes leerlo, es muuuuuuuuuuuuuuy complejo de entender, pero ayuda mucho....yo ahí voy). Él, sin meter marihuana (también nombrada en tu blog) logró arrojar sugerencias al mejor de tus estilos, el literario. Te dejo un pedacito:

En una clase de primer curso Mattia había estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y él eran así, dos primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad.

Mattia pensaba que él y Alice eran éso, dos primos gemelos solos y perdidos, próximos pero nunca juntos. A ella no se lo había dicho. Cuando se imaginaba confiándole cosas así, la fina capa de sudor que cubría sus manos se evaporaba y durante los siguientes diez minutos era incapaz de tocar nada.

Una historia desnuda, la de dos personas unidas, unidas por un destino tan común como imposible de compartir. Una ecuación perfecta, solitaria, como nosotros mismos. Pero la X de nuestra soledad, ¿cómo despejarla?


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Mauricio dice:

*Hola primita ya puedes ser feliz, yo soy ¨prolluvia¨ como tú . Cuando llueve por la noche no me gusta dormir, por el contrario lo que me gusta es escuchar llover y sentir como la lluvia se disputa el ruido de la ciudad, así puedo pasar mucho tiempo escuchando. Lo malo es que por aquí no llueve mucho y por eso extraño mucho mi tierra. Podemos ser primitos prolluvia. Se puede ser feliz con muy poco.

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